Cuerpo cuántico

La evolución de nuestra relación con el cuerpo es tan larga y compleja como nuestra historia.

A través de El aprendimos a disfrutar y, al mismo tiempo a sufrir.

Es el cuerpo el vehículo que nos ha permitido gozar de la comida que nos nutre, sentir los abrazos que nos recargan de alegría, las caricias que nos regocijan, junto al placer de la sexualidad como el de la música, los olores y la esencia que da razón de ser a todos los sentidos… De la misma forma es a través del cuerpo que también experimentamos los dolores físicos y los que las decepciones acarrean consigo; las limitaciones de cada etapa de nuestro crecimiento, de la mano de las inflamaciones cuando nuestras defensas no son óptimas. Y es el cuerpo el que nos permite reconocernos…

El cuerpo lo configuramos nosotros mismos en el paleolítico. En la edad media, con fundamento en las grandes preguntas filosóficas y por causa de la religión lo consideramos una separación de la fuente o castigo divino. La doctrina de los padres de la iglesia se refirió a él como cárcel del espíritu, lupanar de los hedonistas, mazmorra para los místicos y en el siglo de la tecnología y la inteligencia artificial es, en muchas partes del mundo, pasarela para los narcisistas y exhibicionistas. 

Pocos nos han enseñado que el cuerpo no era para despreciarlo, pero tampoco para adorarlo. En realidad, es el templo en el que habita nuestro espíritu y el puente, o medio para regresar a lo espiritual…

El cuerpo que por siglos despreciamos, maltratamos y, sobre todo mal utilizamos, no es un vehículo en el que con pretensiones de grandeza va montado un tirano. 

Los sabios, los grandes iniciados y participes del verdadero conocimiento, nos explican algo que ahora redescubre la ciencia contemporánea: el cuerpo como holograma, como fractal de sistemas ensartados en sistemas mayores, red de redes y sistema de sistemas… 

Hoy podemos aplicar un microscopio electrónico al cuerpo y profundizar en un campo electromagnético que se manifiesta entre átomos y partículas sub atómicas… Una serie de mundos diminutos con comportamientos precisos, órbitas, ritmos inteligentes, predecibles e impredecibles al mismo tiempo… Cuánticos… 

Tal y como nos enseñaron los Yoguis de la antigüedad: un microcosmos dentro de un macrocosmos…partes de un Todo, y un Todo, conformado por partes… 

La información de la totalidad está representada en el fractal. Por ello cuerpo, energía y mente…son los términos que dan cabida al Misterio insondable. 

Decir por tanto que todo es energía, que todo es materia, que todo es mente, es lo mismo que decir que todo es Uno. 

Un campo unificado que va tomando conciencia de sí mismo a través de sus experiencias fractales.

De manera que en la percepción Holográmica, la totalidad envía información a todas sus partes, porque hay unidad, conexión, integridad en la diversidad y, por vía inversa, cada experiencia de lo múltiple, enriquece la información y da cabida a la conciencia de la Unidad. 

Hoy me doy cuenta que soy un cuerpo de materia, energía, mente, inteligencia y Luz. 

La experiencia profunda de uno mismo, a la que podemos denominar Yoga, nos permite leer ese libro individual que somos, para enriquecer la gran biblioteca del universo, que también integramos. 

Estudiar al cuerpo, habitarlo, abrirnos profundamente a su experiencia, nos guiará por los océanos insondables de la incertidumbre. 

El cuerpo cuántico eres tú, explorando los confines del universo, que tu mismo configuras.

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