
Un epílogo es el momento que aprovecha el autor para decir lo que faltó en la obra, o tal vez matizar e incluso explicar algo. A veces lo utiliza para ofrecer al lector algunas claves del contexto general pero, sobre todo, un epílogo es una despedida, un pos escrito que nos facilita transitar hacia otra cosa. Incluso puede contener la promesa de una siguiente parte o, quizás un : eso fue todo…
Para mí, el verdadero epílogo siempre es un polo a tierra, una llegada a puerto, la vuelta al mundo real, el aquí y ahora, el reino saturnal de: » LO QUE HAY «.
Por mucho que nos preparemos, que nos dispongamos, y hasta que nos entrenemos, la vida siempre nos ha de superar y que afortunados somos porque nos sorprende…
La vida real es ese lugar para el que, mediante el velo de los hábitos y costumbres, la aparentemente mansa cotidianidad, es despedazada por lo insólito, lo imprevisto, lo impensable o, lo asombroso de la siguiente forma: erupción de volcanes que se activan de repente, terremotos que acaecen sin ser detectados, inundaciones sorpresivas, accidentes por un descuido que no supera unos pocos segundos, enfermedades o súbitas, nos cambian la vida y nos hacen caer la venda de los ojos.
Así que amigos míos, mañana se cierra y se abre un libro, el equinoccio de otoño en el norte y el de primavera en el sur, a cero grados de Libra. Es momento de hacer balance y, por supuesto, de seguir, naturalmente…