REDENCIÓN: En la festividad Mariana de La Merced

Los denominados por la personalidad PROBLEMAS, son fabricados por la mente subconsciente, al no asumir los acontecimientos que se suceden de forma natural y fluida en la vida, sino por el contrario en resistencia y negación de sus consecuencias.

Cada uno de nosotros está en condiciones de darse cuenta como su propio oponente interno lo lleva a la proyección, hasta el punto de hacerlo interpretar lo que percibe, como algo fuera de sí. Como consecuencia de esto, conseguimos evadir el encuentro con el SER que somos, para dar cabida a la búsqueda, en el otro, de lo que nos distancia precisamente de nuestra verdad.

Despertar, por tanto, significa  salir del autoengaño de las expectativas, las frustraciones causadas por el deseo y la ausencia del reconocimiento externo tan anhelada, por el afán de éxito que nos circunda.

Y es esa la cautividad que nos hace prisioneros en nuestro día a día, al terminar ocupándonos de los otros y sus egos queriendo controlarlos, cambiarlos, juzgarlos o, tratar de comprenderlos,  enturbiándolo todo y renunciando a cambio a la plena comprensión de la esencia personal.

En María, bajo la advocación de Las Mercedes, hallamos la liberación de todo lo ilusorio descrito y la oportunidad de abrazar el

Misterio de la vida en sus infinitas posibilidades. Ella, con su ejemplo de rendición ante lo inevitable, nos

! Brinda la paz que anhelamos! y con su FIAT a la voluntad superior se hace maestra de la Libertad.

Soltemos pues, hoy, en su nombre, el deseo de salvar a los demás, mientras acogemos vivir en armonía con nosotros mismos. 

Ocupémonos de nuestro caos emocional, así como de la prisión abarrotada de nuestra programación y sistema de creencias para abrazar gustosos la alegría de la novedad y la sorpresa, en la confianza sin condiciones, de quién suelta la pretensión de control y con él la superioridad de dominar.

La única batalla a afrontar se gana con humildad y desde la paciencia pues consiste en recordar que somos Amor. Ágape de bondad, misericordia o clemencia, como el que nuestra señora de la Merced le manifestara al rey Jaime I, así como a Pedro Nolasco o a Raimundo de Peñafort en 1218, en su primera aparición en Barcelona y que llegó a Cali para su fundación.

Felicidades a la patrona de nuestra ciudad y liberadora de las tribulaciones del pasado.

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